SOMOS UN MINISTERIO DEDICADO A LA FORMACIÓN DE HOMBRES Y MUJERES CON MENTALIDAD DE REINO.

 


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CÓMO RESOLVER LAS PELEAS CONYUGALES

Los mitos almibarados que a menudo describen el matrimonio como la fuente de "eterna felicidad", dan por sentado que las trifulcas y los desacuerdos no forman parte del matrimonio sano.

Sin embargo, a través de los años que he pasado aconsejando a un sinnúmero de parejas, he aprendido paulatinamente un hecho difícil de aceptar.

El almíbar pronto se derrite bajo la presión del calor de la realidad y los conflictos resultantes sólo determinan la velocidad con la que la relación se mueve hacia la grandeza o hacia la destrucción.

Las discusiones y desacuerdos en el matrimonio son una parte importante de cada relación y existirán mientras ésta perdure. Pero,¿cómo puede marido y mujer enfrentarse a sus desacuerdos, a las tensiones que surgen cuando las necesidades e impulsos de uno de los cónyuges no concuerdan con los del otro? ¿No deberían ser ellos iguales en todo?

Por ser el matrimonio la unión sagrada de dos seres poseedores de una serie de rasgos y particularidades individuales, el buen matrimonio implica la manifestación de autenticidad. Esa autenticidad envuelve la libre y total expresión del verdadero yo, con todas sus rarezas.

De esta manera, cuando ambos cónyuges son totalmente auténticos, el ser iguales en todo es imposible. Es por esta razón que los conflictos son inevitables.

Lo más maravilloso que usted puede hacer en favor de su matrimonio es compartir con su cónyuge esa parte de su ser que lo hace diferente.

Pero, recuerde que ¡en el momento que usted comience a compartir sus diferencias, comenzarán los conflictos! Sin embargo, colocados en su debida perspectiva, serán la clase de conflictos saludables que le darán oportunidad de llevar su matrimonio a la grandeza y el éxito.

Cualquier matrimonio puede hacer frente a los conflictos con mayor facilidad si utiliza los siguientes principios:

Evite usar el "tratamiento del silencio". Algunos matrimonios emplean el tratamiento del silencio como medio para evitar o terminar la controversia.

Utilizan el silencio como arma para controlar, frustrar o manipular a su cónyuge. Pero el silencio a la larga no da resultado.

Cuando el matrimonio no se comunica porque uno delos cónyuges es taciturno, ambos experimentan frustración y una creciente sensación de futilidad.

Cuanto más trata de hablar el cónyuge comunicativo, más se encierra el otro, el taciturno, en la concha de su hostilidad. El primero entonces se siente decepcionado y herido en su amor propio.

Y puede que llegue a los gritos o la violencia en su intento de sacar al cónyuge silencioso de su refugio. Pero esto también es inútil, por cuanto únicamente sirve para que el otro se torne más taciturno aun.

No guarde "cupones emocionales". Algunas personas hacen con sus emociones lo mismo que con los sellos o cupones que les dan en los comercios: las coleccionan.

Los cónyuges pueden acumular fácilmente mucha hostilidad cuando intentan contender con su cónyuge silencioso y taciturno.
Este es, sin duda, el peor método para tratar las irritaciones o frustraciones. Los sentimientos y emociones deben ser expresados abiertamente en el matrimonio y nunca deberían acumularse.
Mucho mejor es dar rienda suelta a las emociones a medida que éstas surgen.

Dios nos creó con capacidad de sentir profundamente, pero esos sentimientos pueden y deben manifestarse de una manera saludable.

Prepare el ambiente para la desavenencia. Si prevé una fuerte discusión, procure que ésta ocurra en el lugar y momento oportunos. Quizá tenga que desconectar el teléfono, o no contestar si llaman a la puerta.

Evite ser interrumpido. Si tiene hijos, pídales que no interrumpan y si lo hacen, dígales que se trata de una conversación importante y que hablará con ellos cuando haya terminado.

¡Ataque el problema, no al cónyuge! Le recomendamos que use estas sencillas reglas, cada vez que se sienta tentado a atacar a su cónyuge:

Mantenga la discusión en el terreno impersonal.
Evite atacar al cónyuge con reconvenciones duras o sarcásticas.
Cualquier acusación que haga, respáldela con hechos.

Viva el presente.
No permita quejas de cinco o seis meses atrás.
Durante la discusión, evite referirse a los familiares de ninguno de los dos.
Evite hacer referencia a la apariencia de su cónyuge o a los defectos reales o imaginarios que posee.
Evite el dramatismo. No use el llanto para manipular al otro, ni tampoco las amenazas (algunos cónyuges amenazan con la separación e, incluso, el suicidio).

En la discusión utilice el "me molesta..." en lugar del "tu eres..." Hablar cuando el "me molesta..." implica ser honestos en la relación a los sentimientos, tanto negativos como positivos, que albergamos, y ser capaces de expresarlos de manera no ofensiva.

Siempre se corren riesgos en esta clase de comunicación, por lo menos hasta que los cónyuges aprenden a confiar lo suficiente el uno en el otro como para decirse sin tapujos lo que en realidad sienten.

No se aparte del asunto. Trate de expresar con exactitud lo que discute y no se salga por la tangente. No saque a relucir cosas sin importancia o que no vienen al caso. Quizá, más a menudo, necesitamos aprender a decir:" Dejemos esta conversación y veamos de qué estábamos hablando.
Por favor, empieza otra vez y te escucharé. Quizá hay algo que no he comprendido bien". Muestre disposición a escuchar y formular preguntas.

Cuando está equivocado, admítalo y cuando tenga razón, cállese. Tenga la humildad de reconocer que puede estar equivocado. A mucha gente le resulta difícil, si no imposible, el decir:" Estoy equivocado, tú tienes razón". Cuando usted reconoce honestamente que está en un error y que el otro tiene razón, da un paso gigante hacia la solución de los conflictos y fortalece sus relaciones matrimoniales.

Una palabra de advertencia: No viva echándose la culpa por todo, especialmente cuando se usa este truquito para manipular al otro. Lo ideal es que el cónyuge "inocente" también se disculpe diciendo algo como: "Bueno, creo que yo también tengo parte de culpa".

Cuando su cónyuge confiese sus faltas o admita sus errores, exprese claramente sus palabras de perdón. Aun cuando usted tenga la razón, tome la iniciativa para perdonar y olvidar.

Las Sagradas Escrituras enseñan:" El amor perdona errores" (Proverbios 17:9), y San Pablo nos recuerda que debemos "ser amables y prontos al olvido" y que "no debemos alimentar nunca los rencores" (Colosenses3:13).

San Pedro nos dice:" Ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados" (1 S. Pedro 4:8).

En cierta ocasión, Ogden Nash dio este consejo a los esposos, el mismo que, por cierto, se aplica también a las esposas:

"Para mantener un matrimonio rebosante en el cáliz del amor, cuando esté equivocado, admítalo; cuando tenga razón, cállese".

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LA FAMILIA EN CRISIS
No hay institución social más hermosa e importante que la familia.
No sólo se origina la vida biológica del individuo, sino que también es el lugar dónde se plasma la vida moral, mental, social y emocional de los nuevos seres que llegan a la existencia.

Es el refugio afectivo donde nos sentimos aceptados y amados, donde gozamos de un confiado compañerismo, donde renovamos fuerzas para continuar la lucha de la vida.

Sin embargo, la familia está en crisis, en grave crisis. En estos últimos años han aparecido una cantidad de libros y estudios que reflejan éste hecho, como ser: Muerte de la familia, el matrimonio es un infierno, la familia nuclear en crisis: búsqueda de una alternativa, futuro incierto del hogar, el incremento de los divorcios y de las madres solteras y otros semejantes, y los críticos describen a la familia con términos como "panorama sombrío", "desintegración" e " inestabilidad".

CAMBIOS DRAMÁTICOS

¿Qué factores nos han conducido a ésta difícil situación?
¿Qué cambios sociales ocurridos en estas últimas décadas han afectado a adversamente a la familia? Mencionémoslos rápidamente.

1.- Casamiento y divorcio.
La familia tradicional está basada en un matrimonio estable, pero en la actualidad -especialmente en ciertos países de Europa y en los Estados Unidos- hay menos personas dispuestas a casarse y a permanecer casadas que en años pasados.

Casi el 50% de todos los matrimonios de norteamericanos terminan en divorcio, y la mayoría de los divorcios ocurren en los primeros dos años de matrimonio.

2.- Madres que trabajan.
A finales del siglo pasado, menos de una de cada 5 mujeres norteamericanas trabajaban fuera del hogar (y la mayoría de las que lo hacían eran solteras).

Actualmente más del 50% de todas las mujeres con hijos menores de 18 años trabajan fuera del hogar, y hay poderosas razones económicas y sociales que lo explican. Hay numerosos expertos que consideran que esta fenómeno afecta seriamente la personalidad de los hijos -dejados por largas horas en las guarderías infantiles- e incluso incide en el incremento de divorcios.

3.- Presiones económicas.
En la actualidad un buen numero de familias se ven abrumadas por el doble azote de la inflación y del desempleo, lo que afecta todos los aspectos de la vida familiar. Y todas las familias, no importa su posición económica, viven en una sociedad de consumo y en una atmósfera competitiva; esto hace que muchos se impongan cargas financieras innecesarias, que restan tiempo para atender el hogar y cultivar los valores espirituales. Señalamos finalmente que en estas últimas décadas se ha producido un relajamiento moral alarmante.

Los materiales pornográficos, los programas televisivos saturados de violencia y de escenas indecentes, el tráfico de drogas y el mayor consumo bebidas alcohólicas, y la merma de la fe religiosa acompañada de una búsqueda egoísta del placer son elementos que han golpeado y siguen golpeando con fuerza los cimientos mismos del hogar.

COMO TENER FAMILIAS ESTABLES

¿Cómo tener hogares sólidos y felices, en estos tiempos difíciles en que vivimos?. Aquí algunos requisitos fundamentales:

1.- Fe en Dios. Vez tras vez se ha comprobado que las familias más estables son aquellas que cultivan la fe en Dios. Esta fe es especialmente valiosa cuando llegan la adversidad y el dolor: pérdida del trabajo, enfermedad, un hijo que se descarría, el fallecimiento de algún miembro de la familia... La fe sostiene, fortalece e infunde esperanza.

Los padres, y especialmente el esposo, son los responsables de promover en el hogar la confianza en Dios. La mejor manera es mediante la lectura diaria de un fragmento de las Escrituras y la práctica de la oración; esto será de gran valor para los hijos a lo largo de toda la vida.

2.- Lealtad y dedicación al hogar. Los profesores Nick Stinnett y John DeFrain efectuaron en 1985 una investigación muy valiosa sobre cuáles son los puntos fuertes de las familias estables.

En este estudio participaron más de 3000 familias, y se encontró que una de las características sobresalientes de una familia de éxito es la dedicación al hogar por parte de cada uno de sus miembros, y un vigoroso sentido de lealtad mutua. Esto significa la inversión de tiempo, energía, inteligencia y corazón para satisfacer las necesidades de la familia.

3.- Pasar tiempo juntos. Otro investigador hizo un estudio semejante, formulando a una cantidad de familias felices la siguiente pregunta: "A juicio de ustedes, ¿Cuál es la razón por la cual están tan unidos y felices?" Sin excepción, cada miembro de las familias entrevistadas dio la misma respuesta: "Hacemos muchas cosas juntos".

Ya sea trabajando, jugando, asistiendo a servicios religiosos, comiendo, paseando o haciendo cualquier cosa, lo importante es pasar tiempo juntos, tratando de ayudarse y estimularse mutuamente.

4.- Comunicación efectiva. Los psicólogos saben que la buena comunicación ayuda a crear un sentido de pertenencia, suaviza las frustraciones y resuelve muchos problemas pequeños antes que se vuelvan grandes.
La comunicación autentica no es un accidente.

Es el fruto de una planificación cuidadosa, del amor mutuo y de una perseverancia inteligente. Para que sea efectiva, la comunicación ha de ser clara, positiva y noble. Demanda tiempo y práctica, pero rinde muchos beneficios.

5.- Expresión de afecto. Como hemos mencionado reiteradamente desde estas columnas, el elemento básico para tener hogares dichosos es el amor entre los diferentes miembros de la familia.

El amor procede de Dios, de ahí que al tener a Dios en el corazón de cada miembro del hogar, habrá amor en abundancia.

El amor no es un sinónimo de pasión sensual o de arranques impetuosos de los sentimientos.
Consiste en practicar diariamente en la casa la regla de oro de la convivencia humana: "Hagan siempre con los demás como quieran que ellos hagan con ustedes". Cada uno buscará la felicidad de los otros miembros de la familia, y de ese modo encontrará la propia.

Este amor noble incluye la capacidad de tolerar los defectos y perdonar las faltas que el cónyuge o los hijos puedan cometer. "Sed benignos unos con otros -aconsejó el apóstol-, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo".

Apreciado lector, si su hogar está en crisis recuerde que con la ayuda de Dios pueden resolverse los problemas y curarse las heridas, y seguir adelante.

Vale la pena practicar los principios mencionados, verdaderos puntales de los hogares sólidos y dichosos.

Vale la pena dedicar a nuestro hogar nuestras mejores energías y nuestros afectos más generosos. Está en juego nuestra propia felicidad y la felicidad de nuestros seres amados.

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INFIDELIDAD
Dora hace un esfuerzo para contener sus lágrimas. Con su cara, transfigurada por el dolor, se sienta en la silla y retuerce nerviosamente su pañuelo.

"Tal vez no debería haber venido", comienza. "En realidad, no hay nada que usted pueda hacer. Pero sencillamente necesitaba hablar con alguien. Nunca pensé que fuera a admitirlo, pero creo que esta vez me encontré con un problema que es demasiado grande para enfrentarlo por mí misma".

El problema del que Dora ha venido a hablarme es la infidelidad. Durante varios meses su respetable esposo, de edad mediana, fiel asistente a la iglesia, ha tenido una relación amorosa con una de las mujeres que trabajan en su oficina. "Nunca pensé que esto podría pasarnos a nosotros -afirma Dora-, pero sucedió. Juan me lo dijo anoche".

"El dice que todavía me quiere y que desea estar conmigo y con los niños. Me asegura que ya no hay nada entre él y esa mujer, y que nunca más volverá a serme infiel. Dice que quiere que yo lo perdone para que podamos reconstruir nuestro matrimonio, para que todo vuelva a ser como antes. Pero yo no creo que esto sea posible: ¿Cómo podré recuperar la confianza que le tuve?"

La pregunta es válida. La infidelidad es la ruptura de la confianza, una transgresión grave contra los votos matrimoniales.

Cuando le pedí a Dora que expresara lo que sentía hacia su esposo en ese momento, me respondió: "Me gustaría poder odiarlo, pero la verdad es que es un buen hombre. Un buen padre. Y era un buen marido. A pesar de todo, todavía lo amo".

Probablemente Dora piensa que soy la primera persona a quien alguien le comenta un "drama" de esta naturaleza. Pero no es así. La semana pasada, Jimena, una excelente profesional, estaba sentada en la misma silla, comentándome su relación con Carlos, un colega.

La situación de Jimena es distinta a la de Dora: 'Yo amo a mi esposo y amo a mi familia. No quiero perderlos, pero para ser francamente honesta, no estoy segura de querer dejar a Carlos. A usted puede parecerle imposible, pero estoy enamorada de ambos".

Según Jimena, la relación había comenzado muy inocentemente: "Carlos y yo éramos solamente buenos amigos. Después del trabajo íbamos a tomar café con otros colegas. Con el tiempo nos dimos cuenta de que preferíamos estar los dos solos. Teníamos mucho en común, incluyendo una inmensa necesidad de comunicarnos en un nivel profundo con alguien que estuviera interesado en lo que tenía que decir el otro. Mi esposo estaba demasiado ocupado con sus propias preocupaciones para prestarme atención; y la esposa de Carlos, con 3 niños menores de 6 años, siempre 'estaba agotada'.

"Aquellos cafecitos después del trabajo eran tan placenteros que Carlos y yo empezamos a extenderlos a algunos almuerzos. Con el correr del tiempo compartimos más y más detalles íntimos de nuestras vidas. Una cosa llevó a la otra, y un día nos encontramos con que los dos estábamos en mi cama.

'Yo sé que a lo mejor usted piensa que cometimos un pecado horrible. Pero, al fin de cuentas, ¿no fue Dios quien puso en nuestros corazones el amor que sentíamos? Sé que él lo entiende. No se imagina qué relación tan profunda tenemos Carlos y yo. Nunca pensamos llegar tan lejos, pero ahora que lo hicimos no creo que podamos volvernos atrás".

Enfrentando el dolor y el rechazo

Cuando ocurre la infidelidad, la relación matrimonial inevitablemente se deteriora. Los problemas que ya existían se mezclan y se agigantan. Cualquier confianza que hubiera intentado sobrevivir las dificultades previas está ahora destruida por el rechazo que tiene lugar. Y uno puede imaginarse el golpe severo que recibe la autoestima de una persona cuando descubre que quien ha prometido amarle y serle fiel "hasta que la muerte los separe", ha encontrado un nuevo compañero sexual. La intensidad de este rechazo no puede compararse con ningún otro tipo de dolor emocional que una persona pueda sentir por su cónyuge.

Alguien puede pensar que de algún modo su infidelidad es algo que Dios podrá pasar por alto. Pero no es así. El adulterio es siempre un pecado y siempre está en contra de la voluntad de Dios. Y más aún, el adulterio siempre conduce a la pena y al sufrimiento.

Una mujer cuyo esposo había cometido adulterio relataba así su dolor: "Después de que mi esposo me contó su affaire, me dijo: 'Me alegro de haberte contado esto. Me siento mucho mejor. Es como si me hubiera sacado de encima un peso de 100 toneladas'. Bueno, yo me alegro de que él se sienta mejor, pero yo me sentí mucho peor. Es como si me hubiera arrasado una ola de dolor y de sufrimiento y estuviera a punto de ahogarme en ella. Por momentos, el enojo me superaba de tal forma que lo único que podía pensar era en la mejor forma de destruirlo. Después, la ira era reemplazada por la vergüenza y la humillación. Luego me consumía la culpa. ¿Qué había hecho yo que estuviera tan mal como para que mi esposo necesitara buscar otra mujer? Pero después me sobrecogía nuevamente la rabia, y exclamaba: ¿Cómo pudo este desgraciado hacerme esto?"

Elecciones difíciles

Jimena parece estar pidiendo demasiado de su esposo; y Dora, muy poco del suyo. ¿Cuál es la respuesta apropiada de un creyente ante la noticia de que su cónyuge le es infiel? La persona herida, ¿debe abstenerse de juzgar? ¿Debe "poner la otra mejilla"? ¿Es mejor simular que no sabe nada y concentrarse pacientemente en formar un hogar tan feliz que atraiga irresistiblemente al cónyuge? ¿Es mejor confrontar a la persona con el pecado que está cometiendo? ¿O es mejor echar al cónyuge, iniciar una demanda de divorcio y terminar con todo?

La opción entre adoptar una,posición aparentemente amorosa o no condenatoria, y la de exigir que se rindan cuentas de lo hecho es realmente difícil. Lo que Dora estaba considerando parece ser una actitud cristiana recomendable. Y en algunos casos es lo correcto. Su esposo parece estar genuinamente arrepentido por lo que ha hecho y está determinado a renovar su compromiso con ella y con su matrimonio. Pero por otro lado, su aceptación incondicional de la situación puede ser para él un signo de que en realidad el asunto no le preocupa tanto a ella. Puede ser que él nunca llegue a darse cuenta de la pena y de la angustia que ella ha sufrido por causa de sus acciones.

¿Y qué acerca del esposo de Jimena? Como "un buen cristiano", ¿debería aceptar los términos de su esposa? En muchos casos, especialmente cuando el cónyuge infiel no tiene intenciones de mantener la fidelidad en el matrimonio, es necesario que el cónyuge establezca condiciones específicas para continuar con el matrimonio. Por ejemplo: abandono del affaire amoroso y deseo de reconstituir la relación conyugal. Debe quedar muy claro para los cónyuges que han errado el camino, que deben elegir entre sus familias y su amante. No pueden ir en ambas direcciones.

Esto no quiere decir que no haya posibilidad para el perdón, pero para que éste pueda ser concedido es necesario el arrepentimiento del ofensor.

Mitos

Al confrontarse con la infidelidad matrimonial es muy difícil pensar objetivamente. Las reacciones pueden ser influidas por varios mitos que rodean a la infidelidad. Es decisivo que seamos capaces de separar los errores conceptuales de los hechos reales. A continuación transcribimos algunos de los mitos más aceptados por la sociedad respecto de la infidelidad.

Mito 1. Una persona es infiel siempre y absolutamente por cau-sa de una falla de su cónyuge.

Realidad. Muchos esposos infieles se quejan de las fallas de sus cónyuges. Sin embargo, de acuerdo con la experiencia de muchos consejeros matrimoniales, las fallas mencionadas son por lo general exageradas. Lo que ocurre es que el cónyuge infiel proyecta su culpa sobre el otro e intenta minimizar su responsabilidad para no sentirse tan mal, o incluso para justificar sus acciones.

Mito 2. Lo mejor para una persona es no saber acerca de la infidelidad de su cónyuge.

Realidad. Siempre es mejor que el cónyuge que sospecha algo pueda hablar acerca de ello con su pareja; sin acusar, por supuesto. Si se prueba que no hay fundamento para la sospecha, la discusión honesta puede ayudar a descubrir los verdaderos problemas que están provocando la preocupación. Si la sospecha es cierta, hablar siempre resulta positivo. Siempre es más fácil y productivo tratar con los hechos que con la fantasía. Con la verdad expuesta, la pareja puede dar los pasos necesarios para encarar sus problemas.

Mito 3. Las personas infieles no aman a sus cónyuges.

Realidad. En una lectura superficial, esto puede parecer verdad. Sin embargo, alguien puede amar a una persona y aun así serle infiel. Muchos adúlteros son personas realmente comprometidas en su matrimonio. Por eso, la insistencia de que el cónyuge infiel recupere su compromiso generalmente da buen resultado en la búsqueda de la reconciliación.

Mito 4. Las relaciones extramatrimoniales son placenteras.

Realidad. Inicialmente eso es cierto. La excitación del secreto, el sentido romántico del "primer amor" contribuyen para crear el sentimiento sensacional que enceguece a los amantes acerca de las faltas. Pero pronto todo esto se desvanece y se ve la realidad. Después aparecen la culpa y la presión del engaño. Con pocas excepciones, la infidelidad se torna una carga emocional agobiante para el infiel.

Mito 5. Si un cónyuge es encontrado en adulterio, el matrimonio tiene que terminar.

Realidad. Al principio, el divorcio puede parecer la única forma de enfrentar una situación sin esperanza. Pero la realidad es que el divorcio puede iniciar una nueva serie de problemas aún más difíciles de resolver que el adulterio mismo.

Hay una opción: el perdón. A pesar de que muchas veces al comienzo parezca imposible, la mayoría de los esposos descubren que eventualmente están capacitados para encontrar la fuerza para perdonar la infidelidad. También hay muchos que detrás de un "no puedo", están escondiendo un "no quiero". Se aferran a su dolor por autocompasión o porque los hace sentir superiores a sus cónyuges, o porque esto les provee un arma efectiva para agredir.

A pesar de que el perdón y la reconciliación son las metas que deben guiar al consejero, no es realista pensar que esto se va a conseguir fácilmente.

La infidelidad nunca es buena para el matrimonio, pero tampoco debe ser un golpe mortal. Un affaire amoroso puede resultar en un tratamiento de shock que empuja a los esposos a hablar y a escuchar al otro por primera vez en años. Pocas veces existe un final romántico para las familias afectadas por la infidelidad. Muchos matrimonios son reconciliados por el poder de Dios y realmente parecen haber sido sanados, pero el pecado siempre deja cicatrices.

Restaurar la confianza en un matrimonio dañado por la infidelidad es tal vez la tarea más difícil. Una pareja cristiana sabia considerará la alternativa del perdón antes de destruir el matrimonio. La confesión y el perdón son los fundamentos de la reconciliación cristiana. En la presencia del Señor, la pareja debe examinar su matrimonio, ubicarlo en un contexto de total compromiso y comunicarse abiertamente.

Esta es una tarea penosa y que requiere humildad. Sin embargo, las parejas que se han reconciliado y que han enfrentado con éxito las dificultades de su matrimonio dan fe de que el esfuerzo ha valido la pena.


¿QUE PASA CON LA FAMILIA MODERNA?
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Lucy, ¿por qué regalaste la caja de dulces que tu padre trajo como algo especial para la familia?" Con voz llena de frustración y resentimiento, Lucy contestó: "¡Ustedes nunca están aquí! ¡Pareciera que yo no existo!"

Esta misma queja, en diferentes formas, brota de los labios de muchos hijos y revela que en cantidad de familias las relaciones entre sus miembros no andan bien. ¿Será que esta vida moderna tan agitada nos está haciendo descuidar a nuestros hijos y a nuestra familia?

Estudios recientes efectuados en los Estados Unidos han revelado que el tiempo promedio que el padre de hoy dedica a sus hijos es de ¡ 37 segundos diarios! A esto se suma el hecho de que la mayoría de las madres trabajan fuera del hogar. En muchos casos, los hijos pasan más tiempo en las guarderías infantiles y en las escuelas que en el hogar.

COMO ESTO AFECTA A LOS HIJOS

Muchos de nuestros hijos se amargan, hasta se rebelan, como en el caso de Lucy, cuando les robamos lo que ellos tanto necesitan, merecen y les pertenece: nuestra compañía, nuestra atención, nuestro amor y cariño.

El sentimiento de abandono que experimentan es la raíz de un sinnúmero de trastornos emocionales, que dan lugar a problemas de disciplina en el hogar, problemas de aprendizaje en la escuela, violencia y aun al suicidio.

LOS MATRIMONIOS TAMBIEN SUFREN

El tiempo es la materia prima de todo, incluso para el desarrollo de una relación matrimonial sana y fuerte. Uno de los males más grandes que se plantean al no dedicar suficiente tiempo a las relaciones matrimoniales, es la falta de comunicación entre los esposos.

Se ha comprobado que la falta de comunicación en el matrimonio es la principal causa de los divorcios, ya que lleva a malos entendidos, incomprensiones, pleitos, resentimientos, falta de intimidad social y emocional, y problemas semejantes.

¿HAY SOLUCION PARA LA CRISIS DEL HOGAR MODERNO?

Hoy en día se hace muy difícil dedicarle tiempo a la familia, ya que en la mayoría de los casos el padre y la madre trabajan afuera y, a veces, no en un solo trabajo sino en dos. Ambos llegan a la casa cansados, hambrientos y con frustraciones; y lamentablemente, sobre todo en el caso de la madre, tienen que seguir trabajando en los quehaceres del hogar. Esto significa que, a menos que se haga un afto forzado, no hay tiempo para dar atención y amor a los miembros de la familia. Sin embargo, si queremos que nuestros hijos crezcan sanos y fuertes, no sólo física sino también emocional y psicológicamente, y que nuestras relaciones matrimoniales sean más estrechas y llenas de amor, hemos de hacer un esfuerzo consciente y decidido para dedicarle más tiempo valioso a la familia, tanto cada día como en forma semanal y mensual.

PLANEANDO NUESTRO TIEMPO CON LA FAMILIA

En primer lugar debemos identificar qué es lo que nos está robando el tiempo que les pertenece a nuestros hijos o a nuestro cónyuge. ¿Será el exceso de trabajo fuera del hogar o dentro de él, o en ambos lugares? ¿Serán las amistades, la vida social, la televisión? ¿Qué será?

Necesitamos establecer prioridades en nuestra vida diaria. Antes de aceptar una nueva responsabilidad o un compromiso más, preguntémonos: ¿Por qué me he comprometido a hacer esto? ¿Por qué voy a usurpar el tiempo que les pertenece a mis hijos y a mi esposa/o?

Nuestra primera prioridad debe ser nuestra familia. Fuera de Dios, no hay nada en este mundo más importante, ni que supere su valor. Reúnase con sus hijos y su esposa/o, y comparta su preocupación sobre el hecho que se dedican poco tiempo los unos a los otros. Traten de encontrar soluciones al problema, teniendo en cuenta los diferentes puntos de vista.

IDEAS SUGERENTES

He aquí algunas ideas que pueden ser útiles a fin de que los miembros de la familia puedan pasar más tiempo juntos:

1. Marque en su calendario el tiempo que va a dedicar a su familia.

2. Planee cuidadosamente con su familia el pasar unos minutos juntos todos los días. Quizás para comenzar lo más efectivo sea desayunar juntos, o cenar juntos. Pídales que compartan sus planes o experiencias del día, según la hora en que se reúnan. Compartan chistes, anécdotas o historias. Durante este tiempo dejen a un lado los reproches o las correcciones, así como las distracciones, tales como la televisión.

3. Planee actividades hogareñas para hacerlas juntos, tales como la limpieza de la casa, cocinar, etc. El hecho de realizar estas tareas en forma conjunta las convierte en un placer y causa satisfacción a padres e hijos.

4. Haga planes concretos (fijando el día y la hora) para ayudar a sus hijos en las tareas de la escuela.

5. Acompañe a sus hijos de vez en cuando a sus actividades: ya sean clases de piano o guitarra o sus prácticas de deportes. Haga comentarios Positivos y elogie sus progresos y triunfos.

6. Cerciórense los esposos de que todos los días pasan unos minutos solos conversando, mirándose a los ojos, ya sea al levantarse, a la hora de comer, o antes de ir a descansar. Esto restablecerá las energías amorosas entre los esposos.

7. Durante el día llame por teléfono a su esposa/o desde donde esté, para darle un saludo o un comentario positivo, afectuoso.

8. Planeen salir a comer solos de vez en cuando, para compartir más íntimamente las alegrías y las preocupaciones.

9. Una vez por semana, reúnanse los padres con los hijos para compartir sus triunfos, planes, tareas y demás aspectos de la vida. No permita que estos encuentros y se conviertan en una hora de juicio para corregir o castigar al que ha hecho mal. Estos encuentros familiares ayudarán a todos a sentirse parte de la vida familiar y a elevar su estima propia, no sólo como miembros de la familia sino también como individuos de la sociedad.

Para comenzar sus reuniones familiares considere la posibilidad de discutir los siguientes puntos:

a) ¿Qué es lo que más le gusta de su familia?

b) En su vida como madre, padre, hijo o hija ¿qué es lo que le resulta más difícil?

c) ¿Qué podría hacer para mejorar la vida familiar?

d) ¿Cuáles han sido las ac-tividades familiares que más le han gustado y las que menos le han gustado? ¿Por qué?

A lo menos una vez cada dos semanas salgan juntos como familia a pasear, quizás a la playa o a la montaña, o a cualquier otro lugar de recreación.

10. Otro factor importante es dedicar tiempo juntos a la devoción espiritual. En la investigación que hizo Nick Stinett, encontró como un elemento común en las familias emocionalmente fuertes, el hecho de que estudian juntos la Biblia, oran y practican la creencia de que Dios es la fuente suprema de fortaleza en la vida y en el hogar.

¿Cuánto tiempo se les debe dedicar a los hijos y al cónyuge?

Esto depende de cada familia, de las necesidades de cada uno de sus miembros y del tiempo disponible, pero valga la siguiente analogía: la escritora Elena G. de White ha dicho que para tener una fe viva y fuerte se necesita estudiar la vida de Cristo por lo menos una hora diaria. ¡Yo creo que esto también se puede aplicar a las relaciones en nuestros hogares!

Si todavía tiene a sus hijos en el hogar, dedíqueles cada día tiempo, amor y cariño, como también a su cónyuge. Esto contribuirá al bienestar emocional, al progreso y a la felicidad de cada miembro del. hogar.

EFECTOS PSICOLOGICOS DEL DIVORCIO
SOBRE LOS NIÑOS
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El divorcio es un proceso que comienza con un desequilibrio matrimonial, lo que continúa por un largo período de tiempo y que genera una crisis; en esa situación la pareja pierde comunicación entre sí y con sus hijos, precipitando además la abdicación de funciones por parte de los miembros de la familia.

En esta crisis se produce cambios vitales, ya sea en el ámbito social, económico y psicológico.
La separación o el divorcio traen aparejado que la familia quede incompleta; con la ausencia del padre, es encabezado por la madre quien debe afrontar el sustento de los hijos la mayoría de las veces y al mismo tiempo la crianza y la formación de los mismos quienes se ven desprovistos de cuidados maternos por la necesidad de buscar el sustento que el padre no ha satisfecho o lo ha hecho irrisoriamente .

A los aspectos señalados , sumadas las dificultades propias de la reestructuración familiar se debe señalar la situación de inseguridad en que comenzará a vivir el menor que variará desde aquel que no sabe con quién ni donde vivirá, si se podrá alimentar, si podrá curarse si se enferma, si va a poder seguir asistiendo al mismo colegio; todas estas preocupaciones estarán presentes en la mente frágil del niño quien aunque le sobren los medios económicos va a notar con dolor que ya no está tan en contacto con el otro progenitor que ya no duerme o almuerza en la casa de la familia.

La falta de apoyo por parte de los padres, incidirá decisivamente en su vida y se constituirá en una forma de maltrato y violencia a lo que los menores estarán expuestos.

En lo que hace a daños provocados por la carencia de una adecuada comunicación con ambos progenitores, puede provocarles a los menores ya que el contacto continuo y sin interferencias nefastas; es una necesidad emocional del niño y que favorece a su adaptación psicológica; el impedir su comunicación afecta a los menores al igual que el apremiarlos a tomar partido por uno de los padres , tal exigencia por parte de éstos deviene en lo que se denominó “síndrome Tupac Amarú”, auténtico descuartizamiento psicológico de niños y adolescentes desgarrados por conflictos de lealtades imposibles de resolver .
Diversas teorías psicológicas son contestes en afirmar que la presencia del padre y de la madre en la infancia resulta necesaria para una apropiada identificación con figuras parentales lo cual requiere un modelo masculino y uno femenino en las actividades diarias.

Es por ello que debe lograrse pese a la separación de los padres el mayor contacto posible entre los hijos y éstos para preservar la normal maduración del menor.

Los psicólogos han demostrado que la falta de una efectiva comunicación afectuosa con los padres ha producido efectos adversos en el bienestar emocional del menor y puede ir más allá de lo emocional ya que la carencia del trato puede generar neurosis.

El Dr.Johnston (psicólogo), indaga la conducta perturbada de los niños que están expuestos a disputas parentales sobre custodia y cuidados post divorcio considerando la duración de la discordia y el grado de involucración de los niños en la misma, observa que las niñas presentan depresión y aislamiento y los varones quejas somáticas.

Indicadores de destructividad en los niños:

1) Fracaso escolar de los hijos ;
2) Abuso de alcohol o drogas de padres o hijos ;
3) Descenso de la autoestima en padres e hijos ;
4) Aumento de morbilidad y mortalidad en padres e hijos ;
5) Problemas de conducta , agresividad en niños y violencia en adultos ;
6) Síntomas emocionales en hijos y padres ;
7) Pérdida de la red social familiar;
Descenso del nivel económico de la familia ;
9) Imposibilidad de adoptar decisiones comprometidas en común ;
10) Coaliciones intergeneracionales;
11) Exclusión de personas.

TENGA UNA FAMILIA FELIZ



Cómo Crear un Pequeño Cielo
en Esta Tierra al Abrigo del Amor

EN CIERTA ocasión, un general hizo una corta pero profunda observación en cuanto a la guerra: "La única manera de ganar una guerra es prevenirla". ¿No se pueden aplicar estas palabras también a la familia? Cuando los miembros de la familia se declaran la guerra, nadie gana.

En algunas familias es difícil detectar en forma instantánea si hay algún problema que las aqueja, lo que no significa que no haya problemas en potencia esperando la oportunidad de salir a la superficie. Una mujer me confió recientemente: "Todo el mundo cree que nosotros somos una familia ideal. Pero eso no es cierto. ¡Nadie sabe lo que en realidad sucede en nuestra casa!" Ella estaba sobreviviendo en un hogar desprovisto de las satisfacciones que la vida familiar debiera proveer: el compartir la amistad, la cercanía y el afecto. En la superficie todo el mundo veía lo que parecía ser una familia estable, pero sus cimientos estaban trepidando.

Como alguien que realmente se preocupa por su bienestar y el de su familia, lo invito a que considere más de cerca la experiencia de la vida familiar y la manera en que Dios la ha diseñado. El ha provisto todos los placeres puros conocidos por la humanidad. Como Creador de la familia y autor del gozo, él quiere que cada familia goce de una vida de feliz satisfacción.

RESPETO PROPIO: UNA CUESTION FAMILIAR

Cada miembro de la familia necesita desarrollar un concepto personal saludable. Ya que el origen del respeto propio se puede trazar en los tiernos años de la niñez, el desarrollo de este atributo tan importante es una cuestión familiar. Es dentro de los linderos de la familia donde primero evaluamos nuestro valor, nuestro encanto, y nuestra capacidad. Por lo tanto, todo lo que cada miembro de la familia da y recibe debe constituir la primera prioridad.

No me tomó mucho tiempo después de comenzar la carrera de orientación familiar para darme cuenta que la falta de un sentido adecuado de autoestima es la culpable, en una gran mayoría, de muchos problemas familiares. El sentido de autoestima es el punto crítico que determina lo que sucede dentro de las personas y entre las personas.

La vida familiar es relativamente fácil para la persona cuyo concepto de sí misma, centrado en Cristo, es positivo. De esa persona fluye amor, compasión, responsabilidad y cooperación.

Este tipo de persona tiene confianza en sus propias habilidades. Como aprecia su propio valor, se siente libre para apreciar el valor de otros y aceptar a cada miembro de la familia como es. Aquellos que tienen un concepto saludable y positivo de sí mismos, están libres para tomar decisiones según se presenta la necesidad; pero a la vez se sienten tan seguros que pueden pedir ayuda prontamente si es necesario, confirmando de esta manera la autoestima de los otros miembros de la familia.

Otras personas, sin embargo, pasan la mayor parte de sus vidas mirándose en espejos negativos. Con frecuencia, cuando alguien me presenta algún problema familiar, le pido que evalúe su valía personal en una escala de uno a diez, en la que el diez representa una alta estima personal.

Uno, dos o tres son los números que me dan con más frecuencia. Una mujer que provenía de un trasfondo familiar muy problemático, escondió su cara en sus manos y, sollozando, dijo: "¡Me odio, me odio, me odio!" Yo sabía que podríamos avanzar muy poco con sus problemas mientras ella no descartara su espejo negativo.

Si las observaciones y comentarios positivos son buenos para la gente menuda, ¡también deben serlo para los jefes de la familia! A veces los padres están irritados y deprimidos. Las obligaciones de la vida familiar son tan grandes que el barómetro emocional destella una señal no muy bien recibida: "¡TENSION, TENSION, TENSION!"

De alguna manera, necesitamos satisfacer las necesidades de los padres y convertir sus espejos negativos en espejos positivos. De otro modo, no tendrán la energía o la habilidad para llenar las necesidades de sus hijos.

Los esposos y las esposas, los padres y los hijos, necesitan encontrar diferentes maneras de apoyarse los unos a los otros. Cualquier otra persona que forme parte de la familia también debe ser parte de este programa.

A veces hay personas que se sienten extrañas cuando comienzan a afirmarse mutuamente, pero repentinamente dejan de hacerlo. Mas si toman un tiempo para reevaluar cómo se sentían antes de comenzar el programa de afirmación y apoyo, posiblemente notarán que ahora tienen más energía emocional, y que hay menos peleas que cuando no estaban utilizando este método de apoyo mutuo.

¿Cómo se puede comenzar? Puede ser de una manera similar a la siguiente: Durante el desayuno, la madre le dice al hijo en presencia del padre: "Mario, hiciste un trabajo excelente al arreglar tu cuarto y hacer tu cama. Estoy orgullosa de la manera en que estás aceptando responsabilidades". Un abrazo es el lazo que adorna la frase.

En otro momento, el esposo puede decir a la esposa: "Me gusta estar contigo. No hay nadie en el mundo con quien prefiera estar más que contigo". Y sella esos sentimientos con un beso prolongado.

¿Quién puede predecir, al mirar hacia el futuro, cuánta admiración y respeto tendrá ella por él como resultado directo de esas tiernas semillas sembradas en su corazón por su fiel, romántico y amoroso esposo, que expresa dulcemente su cariño?

La esposa podría decirle al esposo: "Querido, hiciste un excelente trabajo en la reparación del carro. Estoy segura de que nos ahorraste un buen poco de dinero. Me siento orgullosa de haberme casado contigo". Esto, junto con un abrazo, hará que su corazón se hinche de satisfacción.

Tales confirmaciones del valer de otro miembro de la familia se deben dar varias veces al día, privadamente y en público. Los comentarios positivos en público enseñan sutilmente (sin tener que predicar) cómo puede cada miembro de la familia reforzar el espejo positivo del otro.

Los niños comen-zarán a copiar los comportamientos que ven modelar a papá y a mamá. Las afirmaciones públicas pueden ser seguidas por una multitud de afirmaciones privadas y personales. Susurrar un cálido mensaje amoroso, sentarse cerca el uno del otro, tomarse de la mano, un guiño, llamadas telefónicas, notas amorosas, un masaje en la espalda, son todas cosas que dicen: "Me gustas. Eres especial para mí. Creo que eres una persona fantástica".

LA COMUNICACION: UNA CALLE DE DOS VIAS

La comunicación entre los miembros de la familia es el segundo factor en importancia para tener una familia feliz. En el libro Peo-plemaking (Formando personas), la terapeuta familiar Dra. Virginia Satir, dice que en su práctica profesional ha hallado que casi cualquier individuo que tiene problemas serios al hacer frente a la vida problemas en la escuela, de alcoholismo, de adulterio o cualquier otro problemase comunica con los otros utilizando patrones destructivos.

La mayoría de estos patrones destructivos nacen de un concepto personal pobre. Como puede verse, es evidente la relación que hay entre el respeto propio y la comunicación.

Otros problemas que afectan la vida familiar son el resultado natural de patrones inefectivos de comunicación. Las discusiones, los argumentos, las peleas, los malentendidos, las expectativas frustradas y toda una gama de dificultades tienen su origen en una comunicación deficiente.

Muchas familias están enredadas en tal telaraña de malos hábitos de comunicación, presentes por muchos años, que pareciera imposible desenredarías. Y se dan por vencidas. Pero la verdad es que, del mismo modo en que se han aprendido estos métodos de comunicación tan pobres, también se pueden desaprender y cambiar.

La mayoría de los miembros de una familia no quieren deliberadamente herir, incomodar, enojar o frustrar a los demás. Con frecuencia, surgen esos problemas porque no se aclaró algo. A menudo, lo que no se ha aclarado son los sentimientos.

Y para complicar más las cosas, la mayoría de las personas está tan fuera de tono con sus sentimientos que no puede identificarlos, ¡mucho menos clarificarlos!

Hay un método de comu-nicarse con otros de manera directa que usted puede aprender a utilizar en la vida diaria. Lo pondrá en contacto con usted mismo, con su familia y con sus sentimientos. Le ayudará a desarrollar honestidad e intimidad aun cuando esté luchando con grandes problemas. Sus palabras estarán a tono con sus sentimientos y con el tono de voz.

Todo esto se puede lograr enviando mensajes en primera persona. Estos mensajes identifican sus sentimientos y los transmiten en forma abierta, honesta y amable. Es especialmente efectivo utilizarlos cuando la conducta de otra persona le es irritante.

Un mensaje efectivo de este tipo sería algo parecido a lo siguiente: "No me puedo concentrar en pagar estas cuentas cuando hay tanto ruido aquí. Me está siendo muy difícil concentrarme y estoy sintiendo dolor de cabeza". Lo más probable es que los niños lo miren asombrados. "Lo sentimos", responderán a una. "Nos habíamos olvidado de que estabas trabajando. Bajaremos el volumen del televisor y procuraremos estar más calmados".

Haga conocer sus sentimientos sin rebajar al otro y sin decirle lo que debe hacer. Todos tendemos a ponernos a la defensiva cuando se nos da una orden. Restrinja su instinto natural de añadir una solución o una orden al final del mensaje. En un lugar enmárquelo de la siguiente manera: "Yo me siento cuando tú porque".

Esta técnica simple puede hacer más para aclarar malentendidos, sentimientos heridos, y mensajes confusos, que cualquier otro método. Y trae buenos resultados. Muchas personas se sorprenden al darse cuenta de cuáles son los sentimientos del otro. Con frecuencia, reaccionan así: "¿Por qué no me lo dijiste antes?"

Tendemos a subestimar la disposición de los demás a ser más considerados una vez que se dan cuenta que están haciendo algo que nos causa irritación.

Aun los niños aprenderán este método directo de comunicar sus sentimientos. En vez de reprimir, condenar, y encerrarse en sí mismos, aprenderán a expresar sus sentimientos de manera abierta y honesta, pero amable. De este modo iremos construyendo juntos una familia feliz.

COMO MEJORAR LA COMUNICACION EN LA FAMILIA

¿Cómo puede usted mejorar su comunicación desde ahora en adelante?

1. Escoja el momento apropiado. A veces, el tema puede ser muy bien escogido, pero el momento puede ser inoportuno. Seleccione un momento cuando la otra persona pueda responder tranquila y positivamente.

2. Desarrolle un tono de voz placentero. No siempre cuenta tanto lo que usted dice sino cómo lo dice. Si usted quiere que los miembros de su familia puedan disfrutar del sonido de su voz, asegúrese de tomar las provisiones necesarias para que le escuchen con facilidad.

3. Sea claro y específico. Muchos malentendidos surgen por causa de una comunicación confusa. Leí una vez acerca de un hombre que, despertado de un sueño profundo al sonar el teléfono, contestó de la siguiente manera: "¡Número! ¡Marcaste el idiota equivocado!" Un mensaje confuso va a añadir sólo más confusión. Procure pensar antes de hablar, y diga con claridad lo que quiere decir.

4. Sea positivo. En muchos bogares el 80 por ciento de la comunicación es negativa. Tales familias acostumbran tanto a encontrar faltas, condenar, juzgar, rotular y hacer uso de otros elementos negativos, que eso llega a ser lo normal para ellas. Acostúmbrese a ser menos negativo y, en cambio, más positivo.

5. Sea cortés y respete las opiniones de otros. Usted puede hacer esto aun cuando no esté de acuerdo. Preocupese por el bienestar de la otra persona tanto como se preocupa por el suyo.

6. Sea sensible a las necesidades y sentimientos de cada miembro de la familia. Desarrolle paciencia y sensibilidad al responder a lo que dicen 105 otros miembros de la familia. Si una persona sufre, simpatice con su dolor y sufra con ella. Si está alegre. regocÌgese con ella.

7. Desarrolle el arte de conversar. Sí, es un arte, y las oportunidades de desarrollarlo deben ser estimuladas. La discusión de asuntos interesantes debe ser alentada en cada reunión familiar comidas, culto, días festivos, salidas de compras viajes juntas. etc.- aun cuando la familia trabaje y juegue unta habitualmente.

8. Este dispuesto a escuchar. Cuando escuche, mantenga un contacta visual Apague el televisor, ponga a un lado el periódico, Olvídese de limpiar la casa. Enfoque su atención completa en la otra persona. Actúe como si no hubiera ninguna cosa en el mundo que tuviera importancia, excepto escuchar a la otra persona. Muestre interés por lo que está escuchando levantando las cejas, asintiendo, sonriendo o aun riéndose, cuando sea apropiado.

Haga preguntas bien formuladas, pero no se adelante en la conversación. Utilice menos del 50 por ciento del tiempo en hablar. Y cuando crea que ya terminó de escuchar. ¡escuche 30 segundos más!

Practique sistemáticamente estas sencillas reglas y se maravillará ante los resultados.



EL HOGAR, BALUARTE DE DIOS
LA PALA y el pico del arquéologo, en su infatigable labor, han desenterrado ruinas y documentos muchas veces milenarios. No obstante, los asombrosos hallazgos realizados en ese vasto campo no nos permiten descubrir los orígenes del hogar.

Gracias a Dios, como una refulgente luz que brilla en el espacio a disposición de todos los habitantes del orbe, el maravilloso Libro de Dios, la Santa Biblia, sí nos orienta al respecto. Moisés, el gran legislador e historiador, nos conduce en el Pentateuco hacia el origen y fundamento de la unión matrimonial, vínculo sustentádor de todo hogar. Al leer sus sagradas páginas, comprendemos que en el seno del hogar los lazos humanos se anudan con los divinos, pues las manos extendidas del Cordero del Gólgota son también las del Autor y Sustentador del universo entero y Creador de la lumbre hogareña del amor.

El hogar es un legado de Dios; por lo tanto, constituye para el hombre una inagotable fuente de bienaventuranza en esta tierra y, además, un hilo áureo que nos transporta a las puertas del Edén.

Una sociedad sana y bien estructurada jamás habrá de prescindir de esta institución divina. Es el hogar un puerto de aguas profundas donde sus integrantes, aunque se vean mecidos por el movimiento de las olas, hallarás refugio de los conflictos de todo tipo que agitan a la humanidad.

Eso si: para su realización plena y feliz, el hogar deberá sujetarse a elevadas normas morales y de convivencia social y a genuinos preceptos religiosos. En ese sentido es esencial practicar los grandes principios del amor, la abnegaciór y la fe.

El erudito y elocuente San Pablo, una de las figuras sobresalientes del Nuevo Testamento, aunque no se está refiriendo específicamente al matrimonio, nos presenta una fórmula sensata que es de aplicación en todos los aspectos de la vida. Dice en su carta los Filipenses: "No lo digo por que tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (cap. 4:11-13).

Las palabras de San Pablo tienen hoy notable actualidad, ante el agudo cuadro de contrastes sociales que presenta nuestra época, cuando parecería que los progresos de la tecnología y el aumento de la producción favorecen a unos pocos que acumulan riquezas, mientras la pobreza sume en la angustia a millones de hogares. Con sabiduría inspirada el apóstol nos insta a no desanimarnos frente a la adversidad y a superar con amor las circunstancias ingratas. Precisamente ése es el espíritu de las bonitas promesas que se formulan en la ceremonia de bodas.

En el solemne acto del enlace, el ministro religioso pronuncia las dulces palabras: "EN LA ENFERMEDAD O EN LA PROSPERIDAD". La integración de dos vidas requiere fe en la unidad matrimonial y confianza mutua en todas las circunstancias. Esa confianza y esa fe deben reinar cada minuto de las 24 horas de cada día, formando, como eslabones de oro, una sólida cadena que conducirá a la célica morada de Dios.

Cristo sancionó con su augusta presencia la boda de los amados parientes de la Virgen María en Caná de Galilea. Inclusive, como un sello de aprobación, realizó allí su primer milagro. Al mismo tiempo, al convertir en vino el agua de las tinajas, el Señor estaba configurando un símbolo de la culminación de su ministerio en la cruz. Más de tres años después cuando un soldado romano hirió con su lanza el costado del Salvador, de la herida manó agua y sangre. Por medio de ese sacrificio, quedó asegurado el plan de la redención en favor de la humanidad.

Ciertamente agradecido por estas bendiciones, exclama San Pablo: "Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra" (Efesios 3: 14, 15).
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LA MADRE Y LAS EMOCIONES DESTRUCTIVAS
“MADRE” y “maternidad” son conceptos rodeados por un halo de irrealidad. Esas palabras evocan las ideas de “amante”, “dedicada”, “paciente”, “comprensiva”, “cariñosa” y “tolerante”, porque tradicionalmente se han atribuido esas cualidades a la función de madre. Y las madres generalmente son cariñosas y pacientes. Generalmente, pero no siempre. Algunas, pero no todas. Hay un número suficientemente grande de madres que no son comprensivas, ni dedicadas, ni tolerantes, como para respaldar la aseveración de que el concepto de “madre” implica muchos atributos y cualidades que son irreales.

Una señora joven, que había tenido su primer hijo pocas semanas antes, dice llena de amargura y resquemor: “A veces me siento tensa y nerviosa, como si fuera a estallar frente a la más leve provocación. Otras veces me siento mareada o bien tengo escalofríos. Echo de menos el estrecho compañerismo que tenía con mi esposo antes del nacimiento de mi hijo. Eramos como dos recién casados en una prolongada luna de miel. Ahora estoy cansada todo el tiempo, porque no puedo soportar la pérdida de sueño a causa de la criatura que llora en la noche. Me siento tan deprimida, que hasta he llegado a pensar en dejar al bebé abandonado en alguna puerta. Otras veces quisiera morirme para no tener que hacer frente a otro día con la rutina de siempre. Todo lo que puedo decir es que la maternidad es un verdadero infierno”.

En este caso están ausentes las cualidades de “amante”, “dedicada” y “paciente”; en cambio, están obrando con fuerza las emociones destructivas que se llaman agresividad, impaciencia, resentimiento e intolerancia. Y también egoísmo. Esa criatura desvalida y necesitada de cariño y atención es el resultado del amor entre dos seres; pero no de ese amor que “es sufrido”, que “no se irrita” y que “todo lo soporta”, según la excelente definición de “amor” que da San Pablo en su Primera Epístola a los Corintios. El amor que esta madre sentía hacia su esposo era egoísta, excluyente, posesivo. No admitía la proximidad de un tercero: el bebé; porque la presencia del hijito exigía que la madre diera algo más de sí misma —su tiempo, su dedicación, su atención, su cariño. Y eso no podía ser, porque se encontraba demasiado ocupada en la satisfacción de sus propias necesidades emocionales. De modo que su hijito tenía que conformarse únicamente con una buena dosis de emociones destructivas, las que la madre descargaba sobre él con peligrosa insensatez.

Otro caso. La madre de una preciosa nenita de dos meses comenzó a tener pesadillas en las que se veía atacando a su esposo y a su hijita y causándoles daño. Eso la dejó horrorizada. Se preguntó cómo una madre normal podía sentir tanta hostilidad hacia su criatura. ¿Acaso no era que las madres tenían que amar instintivamente a sus hijos siempre? ¿Por qué la maternidad no era para ella una experiencia agrada

ble y satisfactoria? No podía dar con la respuesta. Así siguieron las cosas, hasta que una noche cuando su esposo andaba de viaje, ella despertó molesta por el llanto de la criatura. Trató de calmarla y de hacerla dormir, pero no lo consiguió. Eso la puso nerviosa y enojada, hasta que de pronto exclamó: “~Voy a matarla!” Pero se sintió aterrorizada al comprender la magnitud de su intención, y salió corriendo de su casa para ir a la casa de unos vecinos amigos. Llegó temblando y hablando incoherentemente. Lo único que sus amigos comprendían claramente era esto: “;Por favor, ayúdenme!” “~No me dejen volver a mi casa!”

Esta madre había permitido que la ansiedad, las preocupaciones y las tensiones nerviosas desorganizaran su vida emocional. Dejó que desaparecieran el amor y la paciencia para dar lugar en cambio a emociones destructivas, las que por poco la llevaron a cometer una acción fatal.

Su actitud tan negativa no tiene justificación, pero sí tiene explicación. Poco antes del nacimiento de su hijita se habían trasladado a otra ciudad donde ella no conocía a nadie. Tuvo que dejar de practicar ciertas actividades que le proporcionaban mucha satisfacción. Cuando llegó el bebé, se vio de pronto atrapada en su casa con una criatura a quien no comprendía y cuyas exigencias no le dejaban tiempo para nada y la mantenían continuamente al borde de la fatiga y la desesperación. Anhelaba recibir aprobación y encontrar apoyo, pero no había quién se los diera, porque su esposo trabajaba hasta tarde en la noche y sus vecinos no se preocupaban de ella.

Lamentablemente, ella no pensó que el efecto desalentador de esas circunstancias negativas podía neutralizarse con la sana satisfacción obtenida de una dedicación abnegada al cuidado y atención de su hijita, quien necesitaba amor, aprobación y seguridad.

Otro caso que muestra el efecto de las emociones destructivas. Una madre de un hijo inválido expresa así su resentimiento y frustración a causa de las preocupaciones y el trabajo adicional provocados por la invalidez de su hijo:

“No podría decir cuándo dejé de fingir que amaba a mi hijo ni cuándo el odio se apoderó de mí. Cuando la copa de mi amargura se llenó, no pude soportar más, y a veces me sorprendí a mí misma pensando:

Si no fuera por mi hijo inválido. . . Si él no estuviera aquí. . . Si hubiera muerto... Cuando algo salía mal, aunque fuera una cosa insignificante, yo le echaba la culpa a él. Muchas veces le grité con rabia, lo acusé injustamente y hasta rehusé aceptar las muchas formas como él me expresaba su cariño. Cumplía de mala gana las pequeñas tareas necesarias para mantenerlo limpio y para alimentarlo”.
Un día, impulsada por sus emociones negativas, esta madre estuvo a punto de soltar a su hijo lisiado a quien llevaba en sus brazos del segundo al primer piso en su casa. “Me puse a temblar —recuerda ella— y me sentí tan mal que casi no podía respirar. Mis brazos se aflojaron alrededor de mi hijo y mis manos comenzaron a soltarlo. . .“ Pero de pronto se fijó en la carita del niño, con su alegre sonrisa y su expresión de confianza en ella; y en ese momento volvió a sostenerlo sin vacilación. ¡Su hijo se había salvado! Ahora ella comprendía que lo amaba.

“Por alguna razón —dice ella— no pude hablar con Dios en ese instante, pero yo estaba segura que él conocía mis sentimientos sin que yo se lo dijera. Y decidí cambiar. Todo cambio ofrece cierto grado de dificultad, y yo no quedé transformada en una madre perfecta en un abrir y cerrar de ojos. Pero fui aprendiendo poco a poco, basada en mi experiencia. Comprendí que resulta más fácil amar que odiar, y que se puede conseguir mucho más gracias a la comprensión y a la paciencia que con gritos y amenazas”.
Esta madre ya no se deja arrastrar por las emociones destructivas, sino que espera que algún día ocurrirá lo imposible, es decir que la ciencia encontrará un remedio para curar la enfermedad de su hijo. “Oramos y esperamos —dice—. Porque sin esperanza, ¿cómo podrían los sueños convertirse en realidad?”

Es imprescindible comprender bien cuál es la verdadera misión de la madre, si se quiere luchar con éxito contra esas emociones que causan tanto daño. En el siguiente párrafo de una educadora se da una excelente definición:

“Al rey en su trono no incumbe una obra superior a la de la madre. Esta es la reina de su familia. A ella le toca modelar el carácter de sus hijos, a fin de que sean idóneos para la vida superior e inmortal. Un ángel no podría pedir una misión más elevada; porque mientras realiza esta obra la madre está sirviendo a Dios. Si tan sólo comprende ella el alto carácter de sus tareas, le inspirará valor” (Elena G. de White, El hogar adventista, págs. 206, 207).

La misión de la madre no consiste únicamente en alimentar y vestir a sus hijos. Además, debe formar su carácter y dirigirlos hacia Dios. Debe comunicarles las magníficas enseñanzas contenidas en la Biblia, que son verdaderas salvaguardias contra la delincuencia, la inmoralidad y contra todos los rasgos negativos que amenazan con destruir la personalidad de nuestros hijos (pereza, falta de honradez, inclinación a la mentira, rebeldía, vicios y tantos otros). Debe enseñarle a honrar, respetar y amar a Dios, y también a confiar en él.

Las siguientes palabras completan la descripción de la misión de la madre:

“Hay un Dios en lo alto, y la luz y gloria de su trono iluminan a la madre fiel que procura educar a sus hijos para que resistan a la influencia del mal. Ninguna otra obra puede igualarse en importancia con la suya. La madre no tiene, a semejanza del artista, alguna hermosa figura que pintar en un lienzo, ni como el escultor, que cincelarla en mármol. Tampoco tiene, como el escritor, algún pensamiento noble que expresar en poderosas palabras, ni que manifestar, como el músico, algún hermoso sentimiento en melodías. Su tarea es desarrollar con la ayuda de Dios la imagen divina en un alma humana” (El hogar adventista, págs. 211, 212).

Ser madre es la ocupación más importante de todas. Para desempeñarla bien hay que aprender a dominar las emociones destructivas que dañan a los hijos, los llenan de complejos y los preparan para la derrota. Y hay que dar gracias a Dios por los miles de madres abnegadas, pacientes y cariñosas que dedican sus vidas a formar un carácter noble en sus hijos.

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COMO VIVIR SIN DEUDAS
¿SE HA preguntado Ud. por qué tantas familias compuestas por personas capaces e inteligentes se tambalean, sin embargo, al borde del desastre financiero?

Casi todos los hogares que Ud. conoce están afectados por problemas de dinero. Los expertos en asuntos financieros del hogar dicen que esos problemas, y las disputas sobre cómo ponerles fin, son a menudo causa de divorcio, y una raíz de serias dificultades entre padres e hijos.

¿Es la suya una de esas familias que no gozan "lo bueno de la vida" a pesar de tener ingresos adecuados? ¿Le interesa saber cómo salir de deudas? ¿Le aflige el problema de las finanzas del hogar? También me afligía a mí, pero descubrí las tres causas principales de la mayoría de los problemas financieros familiares, las cuales a su vez constituyen otros tantos problemas. Si logra entenderlos y evitarlos, sus dificultades financieras serán cosa del pasado.

Problema 1- Falta de presupuesto

Los consejeros en asuntos de finanzas del hogar afirman que la mayoría de los problemas financieros familiares se deben más a un mal manejo de los ingresos que a lo reducido de la cantidad.

Provisto de esta información, llevé a cabo una encuesta acerca de los presupuestos personales. Quedé sorprendido de los resultados. Esperaba encontrar a muchas personas que no hacían un presupuesto de sus ingresos, pero, sin excepción, todos los interrogados me dijeron que practicaban ese método.

Eso sí, muy pronto me di cuenta mediante preguntas especificas que el hombre y la mujer promedio ni siquiera sabe lo que es un verdadero presupuesto.

Como ilustración citaré el caso de una señora que, después de haber elogiado ampliamente el valor de su presupuesto personal, me dijo cómo lo hacía: "Lo tengo en mi cabeza. Probablemente sería mejor si lo planeara o lo escribiera".

La mayoría de las personas lo único que hacen es luchar mensualmente con las cuentas, y creen que esto es presupuestar. Puede ser que ello les cueste bastante tiempo y esfuerzo, pero de ningún modo significa que se rigen por un presupuesto.

En verdad un presupuesto correcto es un proceso bien documentado que elimina la pesadilla mensual de tener que calcular de dónde podrá conseguirse suficiente dinero para pagar las cuentas. Esto lo aprendí después de pasar años escamoteando el pago de algunas cuentas cada mes. Pocos saben cómo obtener buenos resultados de su presupuesto.

Un antiguo principio. Lo cierto es que, por encima de cualquier otro libro, la Biblia indica la verdadera técnica de hacer un presupuesto. Sabía que muchos hombres famosos buscaban ayuda práctica en sus páginas, pero no había comprendido cuán claro era el concepto que tenían los antiguos hebreos del manejo de sus ingresos regulares.

De acuerdo con las leyes establecidas por los israelitas, la gente era inducida a apartar un porcentaje fijo de sus entradas regulares para uso personal en ocasión de las fiestas religiosas anuales.

Este método de establecer un porcentaje fijo para obligaciones futuras no es el que usa la mayoría de las personas. Al contrario, la técnica que usa la mayoría, al parecer, es pagar todas las cuentas que se reciben después de cobrar el último sueldo, con cualquier dinero disponible. Pero esto no significa presupuestar; en cambio, el método del porcentaje fijo sí entra de lleno en esa clasificación.

Problema 2- Abuso de créditos

Antes de la Segunda Guerra Mundial, el sistema de crédito usado por la familia promedio era muy limitado y apenas tenía aceptación. Un préstamo hipotecario sobre la casa era señal de serias dificultades financieras, parecidas a la perspectiva de tener que refugiarse en un asilo.

A veces se podía comprar un automóvil a plazos y existía el método de conseguir préstamos reducidos de los bancos. Pero el volumen de operaciones crediticias era muy reducido. El mundo de las compras a plazos no había surgido todavía.

Desde entonces, la expansión del sistema de crédito ha sido fenomenal, no sólo en los Estados Unidos, sino en el mundo entero. Hoy por hoy, el fantástico método de la compra al instante" es uno de los rasgos más característicos de nuestra sociedad.

Pero, ¿qué diremos en cuanto al uso de crédito? ¿Se precipita Ud. en las compras a plazos como la mayoría de sus vecinos? ¿Es esto un error? Quizá el mayor problema sea la falta de conocimiento acerca de las compras a plazos.

El sistema de crédito: ¿bueno o malo? Sería injusto decir que el sistema de crédito es de por sí un error. Sobre todo en el mundo de los negocios, el uso del crédito apropiado ha facilitado en forma significativa la afluencia de bienes y servicios. Mucho se podría decir acerca del aspecto personal de los beneficios potenciales que este sistema tiene para el consumidor. Las tarjetas de crédito, por ejemplo, eliminan los riesgos de llevar consigo dinero en efectivo. Los préstamos a largo plazo y bajos intereses hacen posible la adquisición de artículos grandes como casas y automóviles, que de otra manera no podrían ser adquiridos por muchos.

Con todo, muchas familias jóvenes son víctimas de las múltiples trampas del sistema de créditos. Carlos Nepal, director del Financial Counseling for the American Institute of Family Reía tions (Consejo Financiero para el Instituto Ameri-cano de Relaciones Familiares), señala que "la causa de casi todos los casos de bancarrota personal ha sido el abuso de los créditos, en otras palabras, la impaciencia por obtener las 'comodidades de la vida'".

Las compras a plazos, y particularmente el uso de las tarjetas de crédito, crean una ilusión de prosperidad. Lo reducido de los pagos, el hecho de que los cobros no llegan hasta el fin del mes y la falta de dinero en efectivo en el momento de hacer la compra, hacen que las comodidades de la vida estén de pronto a nuestra disposición.

Como dijo un joven empleado de una compañía de servicio, "a veces cuando uno empieza a ahorrar y tiene que esperar demasiado, puede ser que pierda interés en adquirir las comodidades que quería". Esta clase de razonamiento conduce a que millones de familias gasten el sueldo antes de recibirlo.

El sistema de crédito puede ocupar su lugar en el seno de cualquier familia si ésta sabe cómo usarlo convenientemente.

Una gula para el uso del crédito. Debe recordarse en primer término que hay dos clases de gastos. Rex Wilder, en su Guía para las finanzas familiares, las especifica: gastos necesarios y gastos destinados a sa-tisfacer lo que se desea. Luego aclara la diferencia. Define lo necesario como "algo que se desea con urgencia y que a menudo constituye una necesidad biológica" (como la casa y la comida), y lo que se desea, co-mo la aspiración a "tener algo que no se basa en una necesidad impres-cindible de la vida". Usado con cautela, el crédito se puede aplicar a lo necesario, pero casi nunca a cosas le las cuales podemos prescindir.

La mayoría de las familias que tienen problemas financieros abusan del crédito con el afán de adquirir cosas que son sólo un deseo pero que no necesitan en realidad. Hasta que logren tener ahorros, debieran adoptar el sistema de comprar lo secundario sólo a base de dinero efectivo.

Problema 3- Falta de ahorro

Las estadísticas en cuanto a las entradas familiares demuestran que el sistema de ahorro ha ido incrementandose durante las últimas dos décadas. También es un hecho estadístico interesante que las familias que ahorran no experimentan dificultades financieras.

Casi todas las personas con problemas monetarios con las cuales me encuentro, reaccionan inmediatamente así ante la idea del ahorro:

'Ni siquiera podemos permitirnos ese lujo". Sin embargo, ¡pueden permitirse el lujo de no practicarlo! Mientras más bajas las entradas, más esencial es practicar el sis-tema correcto de ahorro.

Ya hemos visto que para adquirir cosas de valor secundario, o suntuario tal vez, es mejor el ahorro que el crédito. Pero no es ésta la clase de ahorro a la cual me refiero. Lo que más necesita la gente es lo que llamo Operación ahorro, particularmente útil para quienes viven con un presupuesto estrecho.

La Operación ahorro no es para planes futuros de vacaciones, la adquisición de objetos domésticos o la jubilación, sino para proporcionar los fondos necesarios con que afrontar los gastos imprevistos.

No importa cuán cuidadosamente planee Ud. los gastos futuros al hacer el presupuesto, siempre llega-rán momentos de dificultad u oportunidades únicas en las que se necesita dinero extra. Cuanto más po-bre sea la familia, más imperativa será la necesidad de la Operación ahorro.

Puede ser que Ud. piense que esta recomendación es, a la larga, menos importante que hacer un presupuesto y usar adecuadamente el crédito. Pero es igualmente valiosa. Decídase a practicarla. Mantenga ese dinero y no lo toque a menos que sea para una real emergencia. Ud. se sorprenderá al ver cuánto le rendirá su dinero.

La regla más importante

Hay otro principio que gobierna el éxito o el fracaso de los asuntos financieros, y que es más importante que los tres que acabo de mencionar. Este principio surge de una de las fuentes menos reconocidas como autoridad financiera, la Biblia. Muchos hombres de negocio han acudido regularmente a las páginas de las Sagradas Escrituras para obtener orientación y sabiduría a fin de enfrentar sus problemas diarios. Como ellos, yo tengo un respeto profundo y permanente por los muchos consejos prácticos y las advertencias de la Biblia, especialmente en asuntos de dinero.

Por ejemplo, note el principio bíblico del ahorro: "Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento" (Proverbios 6: 6-8).

En las palabras de Jesucristo encontramos un concepto aun más profundo y sólido: "Mas bienaventurada cosa es dar que recibir" (He-chos 20: 35).

Reconozco que no es fácil tomar la decisión de dedicar una parte de lo que se tiene para ayudar a los necesitados, cuando lo que se tiene es poco.

¿Ha considerado Ud. la posibilidad de incluir alguna vez en su presupuesto familiar una partida para auxiliar a los pobres, por más que sus recursos financieros sean limitados?

Este principio de preocuparse por los demás ejerce una influencia más estabilizadora sobre la persona que los tres puntos mencionados en este artículo. El sabio Salomón declaró al respecto: "Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada y el que saciare, él también será saciado" (Proverbios 11: 24, 25).

En resumen, éstas son las tres claves del éxito para experimentar la estabilidad financiera:

1. Hacer un presupuesto anual mensual que ayude a usar los ingresos en forma inteligente y sistemática.

2. Evitar el uso de crédito, a menos que sea para algo inevitable. Ahorrar para adquirir las cosas superfluas.

3. Practicar la Operación ahorro para las emergencias.

Y, lo más importante de todo, examinar la actitud personal. ¿Es Ud. egoísta o generoso? ¿Se preocupa por las necesidades de otros, o sólo por las suyas? ¡He aquí el fundamento de la prosperidad financiera!



EL ÉXITO EN LA FAMILIA
La santidad de la familia.-

Existe en derredor de cada familia un círculo sagrado que debe preservarse. Ninguna otra persona tiene derecho a cruzar este círculo sagrado. El esposo y la esposa deben serlo todo el uno para el otro. Ella no debe tener secretos que rehúse revelar a su esposo y comunique a otros, y él no debe tener secretos que no diga a su esposa y relate a otros. El corazón de la esposa debe ser una tumba para los defectos del marido, y el corazón de él una tumba para los defectos de ella.

Nunca debe una de las partes bromear a costa de los sentimientos de la otra parte. Nunca debe el marido o la mujer quejarse de su consorte a otros, en broma o de cualquier otra manera, porque con frecuencia el recurrir a bromas insensatas, que parezcan perfectamente inofensivas, termina en una prueba para cada uno y hasta en una separación. Se me ha mostrado que debe haber un escudo sagrado en derredor de cada familia.

El círculo del hogar debe considerarse como un lugar sagrado, un símbolo del cielo, un espejo en el cual nos reflejemos. Podemos tener amigos y conocidos, pero no hemos de entrometernos en la vida del hogar. Debe experimentarse un fuerte sentido de propiedad, que cree una impresión de comodidad, confianza y reposo.

Deben santificarse la lengua, los oídos y los ojos.-

Rueguen a Dios los que componen el círculo familiar para pedirle que santifique sus lenguas, oídos, ojos y todo miembro de su cuerpo. Cuando tropezamos con el mal, no es necesario que nos venza. Cristo ha hecho posible que nuestro carácter tenga la fragancia del bien....

¡Cuántos deshonran a Cristo y representan falsamente su carácter en el círculo del hogar! ¡Cuántos son los que no manifiestan paciencia, tolerancia, perdón ni verdadero amor¡ Muchos tienen sus gustos y aversiones y se sienten libres para manifestar su propia disposición perversa en vez de revelar la voluntad, las obras y el carácter de Cristo. La vida de Jesús rebosa bondad y amor. ¿Estamos creciendo en su naturaleza divina?

Unidad, amor y paz.-

Hagan los padres y las madres una promesa solemne al Dios a quien profesan amar y obedecer, de que por su gracia no disputarán entre sí, sino que en su vida y genio manifestarán el espíritu que desean ver manifestado por sus hijos.

Los padres deben tener cuidado de no tolerar que penetre en el hogar el espíritu de disensión; porque constituye uno de los agentes de Satanás para dejar su impresión en el carácter. Si los padres están dispuestos a luchar por la unidad en el hogar mediante la inculcación de los principios que rigieron la vida de Cristo, la disensión será desterrada y reinarán la unidad y el amor. Los padres y los hijos participarán del don del Espíritu Santo.

Recuerden el esposo y la esposa que tienen que llevar bastantes cargas sin envenenar su vida permitiendo que se produzcan divisiones. Los que dan cabida a las pequeñas divergencias invitan a Satanás a que entre en su hogar. Los hijos se contagian del espíritu de contender por bagatelas. Los agentes del mal hacen su parte para lograr que padres e hijos sean desleales a Dios.

Aunque se presenten pruebas en la vida marital, los esposos deben guardar sus almas en el amor de Dios. El padre debe considerar a la madre de sus hijos como persona que merece toda bondad, ternura y simpatía.

El secreto de la unidad familiar.-

Lo que causa división y discordia en las familias y en la iglesia es la separación de Cristo. Acercarse a Cristo es acercarse unos a otros. El secreto de la verdadera unidad en la iglesia y en la familia no estriba en la diplomacia ni en la administración, ni en un esfuerzo sobrehumano para vencer las dificultades -aunque habrá que hacer mucho de esto- sino en la unión con Cristo.

Representémonos un círculo grande desde el cual parten muchas rayas hacia el centro. Cuanto más se acercan estas rayas al centro, tanto más cerca están una de la otra.

Así sucede en la vida cristiana. Cuanto más nos acerquemos a Cristo tanto más cerca estaremos uno del otro. Dios queda glorificado cuando su pueblo se une en una acción armónica.

Ayúdense unos a otros.-

La firma familiar es una sociedad sagrada, en la cual cada miembro debe desempeñar una parte, ayudándose el uno al otro. El trabajo de la familia debe realizarse con suavidad, como funcionan las diferentes partes de una maquinaria bien ajustada.

Cada miembro de la familia debe comprender que sobre él individualmente recae la responsabilidad de hacer su parte en cuanto a contribuir a la comodidad, el orden y la regularidad de la familia. No debe actuar un miembro contra otro. Todos deben participar unidos en la buena obra de alentarse unos a otros; deben manifestar amabilidad, tolerancia y paciencia; hablar en tono bajo y sereno; rehuir de la confusión y hacer cada uno todo lo que pueda para aliviar las cargas de la madre. . . .

Cada miembro de la familia debe entender con exactitud la parte que se espera que él desempeñe en unión de los demás. Todos, desde el niño de seis años en adelante, deben comprender que de ellos se requiere que lleven su parte de las cargas impuestas por la vida.

Una resolución adecuada.-

Debo crecer en la gracia en casa y doquiera esté, a fin de comunicar fuerza moral a todas mis acciones. En casa debo velar sobre mi espíritu, mis acciones y mis palabras. Debo dedicar tiempo a la cultura personal, a mi preparación y a mi educación en los principios rectos. Debo ser un ejemplo para los demás. Debo meditar en la Palabra de Dios noche y día e introducirla en mi vida práctica. La espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, es la única espada que puedo usar con seguridad.
 

 

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